miércoles, 25 de noviembre de 2015

Manifiesto en contra de la violencia contra las mujeres

Alumnos de 1º de Bachiller IES Siglo XXI de Leganés. 

Dice Amelia Valcárcel, filósofa española, que… 

La feminización de la pobreza es un hecho. La falta de oportunidades de empleo acordes con la formación, otro. El acoso y, cuando cabe, la violencia, otro más. Todo ello para un colectivo cuyo único defecto visible parece ser el no haber tenido la previsión de nacer con otro sexo”. 

La vulnerabilidad, la fragilidad, no nos hace víctimas; la fuerza no les hace verdugos, sino también víctimas. La fuerza y la fragilidad nos hacen seres humanos iguales, solidarios en la necesidad de vivir juntos. Pero expresiones como violencia de género, encubren más que aclaran de qué violencia se trata, o sea, de qué género es la violencia de género. Las mujeres tienen el dudoso triunfo de soportar un índice muy elevado de violencia justo por una razón que no pueden cambiar: porque son mujeres. Género es una categoría analítica, sirve para entender situaciones y poder analizar, justamente, qué ocurre en las relaciones que existen entre varones y mujeres en las diferentes sociedades y culturas. Pero que una categoría analítica se transforme en una categoría política no es corriente, y en la violencia debe serlo en todo caso, para ejercer una acción social consensuada. 

A lo largo de la historia, nosotras, las mujeres, hemos sido una mera moneda de cambio, convertidas en mercancía y objetos. A día de hoy, nuestros progresos son alentadores, sin embargo, tenemos que continuar reafirmando nuestra situación, y defendiendo a aquellas mujeres que no viven en las mismas condiciones que la mujer en países democráticos. La respuesta social es fundamental en la lucha para erradicar el problema. La Ley Integral de Violencia de Género es sin duda una herramienta necesaria para ello, pero no suficiente. Urge la necesidad de abordar la verdadera causa del problema, su naturaleza ideológica. Una cuestión de ideología de género que afecta a hombres y a mujeres de esta sociedad. Necesitamos educar en valores de igualdad. Y en nuestra edad hacer visibles una serie de micromachismos que dificultan la visualización del maltrato a las jóvenes, perpetuándose de este modo la injusticia del desequilibrio social en nuestra valoración, en nuestra sexualidad, en nuestro acceso a los derechos. Se trata de maniobras normalizadas que desarrollan los hombres y que prácticamente aceptan las mujeres. La asimetría de poder de un género sobre otro ampara las diferencias y configura el diseño apropiado de proceder en las relaciones: ellos ocupan así una posición de control y dominio; nosotras de protesta y lucha. 

Lo más impactante es el incremento de los índices machistas, de la violencia de género o de violencia contra la mujer como defiende Amelia Valcárcel, de las últimas generaciones. Y eso sí que no lo podemos permitir. No podemos permitir ser el objeto de escarnio de todo pensamiento misógino, ni olvidar y hacer recordar que todos somos libres e iguales. 

Entre 2007 y 2015 han sido asesinadas un promedio de entre 50 y 80 mujeres por año en España. En lo que llevamos de 2015, han sido 55 las mujeres asesinadas en nuestro país…  

¡Basta ya!  

Ser mujer no significa ser de nadie ni para nadie. Ser mujer significa ser humano y por tanto tener derechos como tal. 

Como decía de sí misma María Zambrano: “Prefiero una libertad peligrosa a una servidumbre tranquila”. Y esto vale para todas nosotras… 

Leganés, 25 de noviembre de 2015